Publicado en durangon.com, 03.04.2011
Antes de que entremos en pleno periodo electoral, donde cualquier propuesta suele tener cabida, quisiera compartir algunas reflexiones con los lectores sobre dos de las principales preocupaciones de la juventud vasca, que han venido reflejándose una y otra vez en diferentes estudios sociológicos (ver como ejemplo la serie “Retratos de Juventud” publicado por el Gobierno Vasco).
La vivienda y el empleo
Disponer de una vivienda, no es un capricho, es una necesidad humana para poder desarrollar un proyecto de vida pleno. Esto no significa tener una vivienda, sino disponer de una, sea en alquiler o el régimen de uso que sea.
Desde estas premisas entiendo que se debe procurar, desde todos los ámbitos -también el institucional-, que existan mecanismos para que personas de todo tipo y condición puedan tener la oportunidad de escribir, día a día, su biografía plena, cuyos campamentos base son la vivienda y el empleo.
Y es que los dos principales factores de inclusión social son la vivienda y el empleo; no hay mejor ayuda social, mejor renta de garantía de ingresos o subsidio, que un empleo y una vivienda. Con estas premisas, en la mayoría de ocasiones, las personas desarrollan sus propias redes de emergencia y apoyo social, empezando por su familia, pasando por su entorno más íntimo de amigos y llegando hasta su vida comunitaria. Esto es válido para jóvenes, desempleados, inmigrantes o personas separadas.
No queremos “pescado”
La juventud en general, y la vasca en particular, tiene todos los conocimientos para pescar, y no quiere que le den pescado a la mesa. Lo que deben procurar las instituciones es que nuestros ríos estén poblados por truchas, y a lo sumo, que exista algún coto de pesca que nos permita aprender a pescar.
Este país cuenta con la juventud más preparada de la historia -sabe pescar-, y sin embargo, no es capaz de emanciparse hasta bien entrada la treintena. Por ello, ante la tentación electoral de prometer ayudas y subsidios para la emancipación –pescado-, lo que debemos solicitar a las instituciones es que creen las condiciones en el mercado de vivienda y empleo –los ríos- para que exista un parque de viviendas accesible a los niveles adquisitivos de una persona joven que se inicia en el mercado laboral, sin que ello suponga hipotecarse de por vida.
Se pueden alegar factores culturales, sociales e incluso recurrir a los estereotipos de la generación “ni-ni”. Pero el desempleo y una vida en el hogar de otro no es el estado natural de una persona adulta y madura. A los pescadores les gusta pescar.
Al que tenga oídos para oir
Por tanto, a riesgo de que caiga en saco roto, quiero reclamar propuestas para nuestros problemas; el problema no es la juventud, el problema son el mercado laboral y el de la vivienda. Lo que queremos los jóvenes es darles las gracias a nuestros progenitores por habernos facilitado una educación, una cultura, unos valores… sin tener que vivir con ellos y por su cuenta. Y los mismo con las administraciones; no propongan rentas de emancipación, no propongan alargar la prestación por desempleo…
Dígannos qué van a hacer para que cambien los mercados de empleo y de vivienda, para que podamos ser actores de pleno derecho en ellos. Que nadie se lleve a engaño, la juventud no quiere ser un colectivo subsidiado; ni por su padres y/o madres, ni por sus administraciones.