Publicado en durangon.com, 13.02.2011.
Debo reconocer que la Sra. Merkel no deja de sorprenderme. La canciller alemana tiene la capacidad de marcar la agenda político-económica de todo un país. Esta semana se ha desmarcado con algunas consideraciones sobre la inclusión de la productividad en la revisión salarial de los trabajadores, y no ha quedado estamento social sin pronunciarse al respecto.
Si todos los que han compartido sus opiniones al albur de las palabras de Merkel, lo han hecho como resultado de una serena reflexión, bienvenidas sean. Algunos ya teníamos una opinión formada al respecto, antes de la llegada de la canciller alemana (09.01.2011, “¿Subirán los salarios igual?”). Llegados a este punto, muchos pensarán que lo importante es disponer de un salario (tener empleo) y que el mismo esté bien remunerado, y no tanto la fórmula de revisión anual.
Una visita al modelo danés
Hace poco más de un año tuve la ocasión de viajar a Dinamarca. La agenda estaba repleta de citas, y no sólo de ocio. El objetivo era conocer de primera mano el sistema de relaciones laborales danés, cuya síntesis se ha recogido en la flexiguridad.
Dinamarca ha destacado en los últimos años por su mercado laboral dinámico, cuyas principales características han sido la alta protección a los trabajadores en situación de desempleo (seguridad) y el alto grado de desregulación de las relaciones laborales (flexibilidad). Tal fue su éxito que la Unión Europea hizo suyo el modelo para tratar de extenderlo. La primera cita en el país nórdico fue con el Profesor P. K. Madsen, uno de los principales teorizadores de la flexiguridad. Nos recibió en la sede de un sindicato de trabajadores en Copenhague, para quién él trabajaba.
Tras explicarnos las bases del modelo danés de flexiguridad, las preguntas de los tres jóvenes vascos le hicieron bajar a ejemplos más cercanos a la realidad. Por entonces, en Durangaldea el acrónimo de moda era E.R.E. (Expediente de Regulación de Empleo), y sobre cómo se abordaban estas situaciones en Dinamarca versaron algunas preguntas. El profesor ilustró su explicación con la historia de una granja de cerdos al norte de la capital.
La lección magistral
En dicha granja se dedicaban a sacrificar cerdos, despiezarlos y distribuirlos por los países del mar báltico. Sin embargo, el negocio se encontraba con importantes competidores, cuyos menores costes de producción hacían que la granja fuera insostenible a medio plazo. Llegados a este diagnóstico, nos contaba que la representación de los trabajadores entendía que no merecía entrar en una espiral de bajada de salarios o regulación de empleo. Todos entendían que resultaba baldío intentar sostener unos puestos de trabajo que a futuro no serían capaces de proveer a los trabajadores de sueldos dignos. Por tanto, lo mejor era buscar una vía de recolocación de los mismos.
No se empeñaron en negociar indemnizaciones, sino en que el empresario financiara una formación puntera a los trabajadores, de forma que estos tuvieran asegurado un empleo futuro en sectores con proyección. Es decir, lo que había que proteger era la empleabilidad de los trabajadores, no los empleos.
¿De qué sirve discutir cómo se revisarán los salarios, si no sabemos si tendremos uno? Cuanto más rápido transitemos por el camino equivocado, más lejos estaremos del objetivo. Lo realmente importante en esta crisis son las capacidades de las personas que formamos este país, que esas capacidades sean útiles en la economía futura. Sólo saldremos reforzados para mantener los niveles de bienestar de que venimos disfrutando, si somos capaces de aprender de los trabajadores de la granja de cerdos, que se prepararon para poder ganar un salario digno en otra actividad.