Publicado en durangon.com, 09.01.2011.
Este próximo 14 de enero el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicará el Índice de Precios al Consumo (IPC) del año 2010. En este índice se recoge una media de la subida de los precios de los productos y servicios que normalmente consumimos, ponderando aquellos elementos que consumimos más frente a los que consumimos menos. Dicho de otra forma, este indicador recogerá las subidas de la “cesta de la compra” tipo de una familia tipo, es decir, las subidas de los alimentos básicos, de la electricidad, de la gasolina, del vestido, de la enseñanza, de la telefonía, etc.
Han corrido ríos de tinta sobre las subidas de los precios de algunos productos y servicios durante las últimas semanas, y no quisiera abundar sobre lo ya dicho. Sin embargo, gran parte de la población espera ver en qué resulta definitivamente el IPC porque su salario puede estar muy vinculado al mismo. Según datos de la encuesta realizada a empresas estatales por el Banco Central Europeo, el 70% de los salarios en el estado varían con el IPC. Ahondando un poco más en la estadística, se observa que el 50% de los salarios varía con el IPC del año anterior, mientras otro 20% lo hacen con el IPC esperado para el año en curso (Estudio How are firms’ wages and prices linked, BCE 2009). Por tanto, el dato que ofrezca el INE este próximo viernes será sinónimo de subida salarial, para más del 50% de los trabajadores de este país.
Cambio de rumbo
A nadie se le escapa ya que a lo largo del 2010 hemos visto movimientos en sentido contrario. Entre ellos han sorprendido, por novedosos, los recortes de los salarios de los trabajadores públicos y asimilados, que hasta 2009 subían influidos por la previsión del IPC para cada año. Tampoco han quedado fuera de los recortes las cooperativas del Grupo Mondragón, principal conglomerado empresarial de este país, o los centros educativos concertados vascos, donde estudia cerca del la mitad del alumnado. Y así ha ido pasando esta oleada de recorte por comercios, negocios familiares, empresas y trabajadores autónomos.
En buena medida es lógico que los salarios suban año a año con el IPC, ya que de lo contrario perderíamos, eso que los economistas denominamos, poder adquisitivo o capacidad de compra. Y en efecto, esto les ha sucedido a los colectivos cuyos sueldos han bajado en 2010. Utilizando una u otra argumentación, es la tendencia que se ha empezado a marcar. Estoy convencido de que podemos vivir consumiendo menos, pero hasta ahora era una opción, y ahora puede convertirse en obligación (por la pérdida de poder adquisitivo).
Nuevos senderos
Guardo serias dudas de que el mejor método para revisar los salarios sea una fórmula vinculada únicamente al IPC. Los factores que debieran mover, en alguna medida, los salarios han de estar más cerca de la economía real; como la actividad desarrollada, los resultados empresariales o la aportación individual al logro colectivo. Durante mucho tiempo hemos estado reprochando al sistema financiero haber estado especulando, moviéndose, casi, en la ficción financiera. ¿Acaso el hecho de obviar cualquier factor de la economía real, que sí afectan al negocio, a la hora de revisar los sueldos anualmente no es economía de ficción?
Si esta crisis nos obliga a buscar nuevas fórmulas, también lo hace en la fórmula de revisión salarial, sin que ello sea óbice para la búsqueda de cotas superiores de bienestar. En contra de las voces que predicen que esta crisis va a marcar la primera época moderna en que la próxima generación no tiene garantías de que vaya a vivir mejor que la anterior, tengo absoluta confianza de que seremos capaces de recorrer nuevos senderos, nuevas rutas. Lo primero va a ser ir muy ligeros de equipaje, libres de fórmulas del pasado. De lo contrario cargaremos con una mochila que no nos dejará avanzar.