Segundo factor clave: el trabajo en red
Publicado en durangon.com, 07.01.2010

(Artículo bajo el título genérico ‘Ahora toca competir en innovación’ dividido en tres entregas. En la primera se apuntaba a la educación como clave principal del futuro de Euskadi).

Me alegra coincidir con Pedro Luís Uriarte (Deia, 03.01.2010) en apuntar a la EDUCACIÓN de las PERSONAS como clave principal del futuro de este país, en términos de progreso y prosperidad. De ello ya hablé en el anterior artículo, y no quisiera extenderme.

El escenario macroeconómico actual se caracteriza, entre otros, por su globalidad. Ya no sirve con hacer las cosas mejor que nuestros vecinos franceses, ni siquiera mejor que los alemanes. En el mundo están emergiendo nuevas potencias, como China, que a pesar de la distancia, compiten directamente con nuestras empresas, con los productos locales, desde el más básico hasta el más insignificante.

Ante esta competencia global, es necesario que un país pequeño sea capaz de retener y generar “campeones nacionales”, entendidos como empresas capaces de competir en sectores punta al máximo nivel internacional. El término “campeones nacionales” fue acuñado por Jon Azua en sus tiempos de vicelehendakari, de la mano de Michael Porter. Eran los años noventa, corrían también entonces, tiempos difíciles para la economía vasca, y hubo que apostar por la economía productiva.

Resulta, por tanto, fundamental contar con empresas y organizaciones capaces de competir a nivel global, por dimensión y por calidad. Euskadi ha tenido, mantiene y debe atraer a algunos “campeones nacionales” como los que históricamente han desarrollado entorno a sí, una importantísima industria auxiliar complementaria, de altísimo valor añadido. Vieron en el proveedor de componentes un colaborador, y le ayudaron a crecer y desarrollarse, conscientes de que ese desarrollo redundaría también en el desarrollo propio.

Casi todas las historias de éxito de este país, a nivel económico también, son historias de alianzas entre diferentes, suma de fuerzas por un fin común. Si Iberdrola es hoy un “campeón nacional”, lo es por una alianza entre Iberduero e Hidrola; si Gamesa lo es, también se debe a una suma de fuerzas de Iberdrola y BBV. Sin lugar a dudas, estas dos empresas son global players, o “campeones nacionales” que actúan en el escenario global.

Decía el poeta irlandés, George Bernard Shaw, “Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana, e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos ideas”. Lejos de mantener en celoso secreto sus ideas y proyectos, los que apuestan por compartir ideas han hecho de ellas elementos de tracción de una industria auxiliar que les ha ayudado a desarrollarse y mantener sus posiciones a nivel global.

Sin lugar a dudas, la pluralidad e infinidad de empresas y agentes económicos que existen en Euskadi, son fiel reflejo de una sociedad dinámica, inquieta, ávida de respuestas y tolerante al riesgo. Sin embargo, la excesiva atomización ha sido, y puede serlo en mayor medida en un escenario global, un factor de pérdida de competitividad. El trabajo en red, las alianzas, la colaboración y en último término una sociedad más interrelacionada, pueden ser el contrapunto que pongan a Euskadi en una posición más competitiva.

En este sentido, ya se están produciendo algunos movimientos importantes de creación de redes estables que esperamos den lugar a nuevos “campeones nacionales”; un caso a seguir con ilusión es la creación del 4º conglomerado de centros tecnológicos a nivel europeo fruto del proceso de fusión de Tecnalia.

Tenemos un 32,6% de la población con titulaciones superiores y universitarias y hemos destinado a I+D un 1,87% de cada euro producido. Todo ese esfuerzo está en la mochila de alguno de los nodos que habitan Euskadi. Si el valor de una red se multiplica más que exponencialmente con el número de nodos que integran la misma (David P. Reed), debemos aprovechar la oportunidad que como país tenemos de capitalizar las capacidades acumuladas a lo largo de estos últimos años, canalizándolas en redes o alianzas de futuro.

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