Decía Jose Miguel de Barandiarán que “para conocer una cultura hay que vivirla” por ello sentenciaba: “Cuándo aprenderemos a pensar primero con los pies y luego con la cabeza”.
Algo de esto hay en lo que últimamente me está sucediendo. Vienen de fuera y se quedan anonadados con las relaciones afísicas que se han conseguido tejer, las valoran (ahora se le llama poner en valor) y los que llevamos tiempo en torno al sujeto, y objeto de análisis, no somos capaces de valorar en su justa medida. Tanto es así, que tengo que oir cosas tales como “¿el espíritu?, eso nunca ha existido”. Pues ya tengo la respuesta; “para conocer una cultura hay que vivirla“.
Con esto no quiero decir que haya que mirar hacia el pasado y quedar anclados en él; nada más equivocado que eso… sería un error letal. Pero hay que pisar sobre suelo firme, para poder mirar al futuro y ajustar el timón.


Y en ahora también
Últimamente lo he dicho en demasiadas ocasiones y quizá empiece a ser preocupante: puede que sea por el prisma con que miro las cosas; mi juventud, mi pasión, mi ilusión, mi implicación personal y casi afectiva, mi ausencia de ataduras formales… maximice la situación.
¡Puede ser! Lo acepto, pero con 26 años, me niego a pasar “de trabajar en una organización” a “trabajar para una organización” en la que las personas no sean el centro y no se trate de conseguir un fin superior al directamente empresarial. Lo siento, pero para este viaje, conmigo que no cuenten.

Intangibles
Las organizaciones tienen presente y futuro, pero además pasado. Pasado gracias al que son y, en el caso que nos ocupa, la hace diferente.
Sinceramente creo que también es una cuestión de competitividad. ¿Qué mejor forma para atraer recursos escasos, que ser positivamente diferencial? La teoría económica partía de ahí: la ciencia económica trata de conseguir la mejor asignación de recursos escasos… pues que se preparen las organizaciones para las que no haya recursos, porque se les habrá acabado el presente. Y ¿a quién creen ustedes que le asignan los bancos/inversores recursos financieros? Al mejor proyecto. ¿A quién dónde creen ustedes que van los mejores profesionales? Al mejor proyecto. Y en esos proyectos se valoran los elementos tangibles, y tabién los intangibles. ¡¡Incluso el Fondo de Comercio!! Este concepto puede dar para mucho… pero con una pregunta al aire, respondo: ¿cuánto vale la empresa Coca-Cola? Seguramente mucho más que los elementos tangibles que la componen.

Personas
Las organizaciones tienen personas que trabajan en ellas, que en la era del conocimiento y en actividades de servicio, son el máximo exponente de la calidad y única garantía de continuidad. Y omito la palabra control de forma voluntaria, ya que ni por el miedo ni por el premio, se controla a los trabajadores en el siglo XXI (afortunadamente, y por desgracia para los autoritarios). A los trabajadores se les convence, mediante la palabra y la acción coherente, o el final está cerca.
Sí, el final está cerca, porque como dijo Jack Welch when the rate of cange outside exceeds the rate of change inside, the end is in sight. Interesante reflexión. Y en un mundo en el que el cambio es lo único fijo, la sociedad ya está interiorizando el valor del contrato emocional.

Cuestión de pasión
Seguramente, reconozco, que el quid de la cuestión esté en la pasión que uno aplica a cada una de sus tareas en la vida. Yo, personalmente, me niego a pasar 8 horas de mi día (el 50% de la útiles) trabajando para una organización con la cual no se alinéan mis valores.

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