Publicado en DEIA, 13.09.2009
Publicado en Noticias de Gipuzkoa, 12.09.2009
El pasado lunes asistimos a la foto pública del acuerdo entre los gobiernos vasco y central en torno a la transferencia de las políticas activas de empleo para Euskadi. Un día después, el actual Lehendakari anunciaba el programa “+Euskadi 09”, el paquete de medidas extraordinarias para hacer frente a la crisis en y desde nuestro País.
Ya que parece un hecho consumado la transferencia de las políticas activas de empleo, y con independencia del necesario debate público sobre su cuantía y modelo de financiación, cuando menos es exigible conocer la orientación y el modelo de gestión que los actuales dirigentes públicos darán a tales políticas.
Según consta en el paquete aprobado por el nuevo Gobierno vasco por un importe total de 367 millones de euros, se destinarán 67 millones al capítulo de empleo y formación. Estos 67 millones sirven fundamentalmente para acometer la contratación, por parte de los ayuntamientos vascos, de parados que no tengan o hayan agotado la prestación contributiva por desempleo, además de un cierto apoyo al colectivo de los autónomos. Los cálculos del propio Gobierno estiman una duración media de seis meses para cada uno de los nuevos empleos generados
En dicho paquete, sin embargo, llama poderosamente la atención la escasísima asignación prevista para las políticas de formación y recualificación profesional, que apenas reciben el 0,2% del total del montante económico..
Teniendo en cuenta que la mejor inversión a medio y largo plazo para una sociedad es la relativa a la educación de sus gentes, y asumiendo que a pesar de tener la juventud más formada en toda nuestra historia, el desempleo le está afectando de forma especial, ¿por qué razones se ningunean medidas de calado destinadas a la mejora de la cualificación de nuestros desempleados, especialmente los jóvenes?
Hace ya años que Euskadi, como país, optó por un modelo de crecimiento y desarrollo que promueve la economía productiva, el conocimiento y la innovación como estrategias competitivas. En este marco, sin lugar a dudas, la alineación de las políticas activas de empleo con la estrategia de país es fundamental.
Así lo demuestran modelos como el danés, donde una de las claves del éxito de su modelo económico es la orientación de su política laboral. Tasas de desempleo de un solo dígito, un salario medio que duplica al español y ritmos de crecimiento del PIB sostenidos en el tiempo, son algunas de sus características..
Las razones de este buen desenvolvimiento económico se relacionan con las dos funciones fundamentales asignadas a las políticas activas de empleo; por un lado, deben ayudar a los desempleados a volver a encontrar trabajo, y por otro, deben ser un factor de creciente cualificación de la población en edad de trabajar.
El primer cambio de paradigma que debiéramos asumir es que un desempleado es una persona que recibe un sueldo para trabajar en la búsqueda de su nuevo empleo. En esta frase está implícito el hecho de que el desempleado tiene derechos y obligaciones, y como cualquier asalariado, si no cumple con sus obligaciones será suspendido de empleo y sueldo. El foco de atención, de las oficinas de empleo (que no de desempleo), por tanto, debería ser el empleo. Alguna de las claves del sistema danés es que en las oficinas de empleo sólo se habla de trabajo, de capacitación para nuevos puestos, de diseño de itinerarios formativos, de nichos de trabajo emergentes… y nunca más de prestaciones de desempleo. Así las cosas, los “trabajadores desempleados” daneses rinden cuentas a sus “jefes” en las oficinas de empleo; remiten un informe semanal de su actividad de búsqueda de empleo, mantienen entrevistas con ellos, y llegado el caso, acuerdan medidas “correctivas”, como son los cursos de formación, para conseguir los objetivos laborales. Una tasa de desempleo de larga duración de 0,8% de la población activa en Dinamarca (Eurostat 2006) frente a un 3,6% en la Unión Europea de los 27, avalan la praxis.
Por su lado, Dinamarca tiene la virtud de haberse convertido en un país en el que el paso por la formación ocupacional y continua por el desempleo, en muchas ocasiones, es un paso previo a una mejora en el nivel salarial del individuo (Blázquez y Salveda, 2009). es un paso previo a una mejora en el nivel salarial del individuo (Madsen, 2006). Este hecho demuestra que la función de las políticas activas no debe ser reactiva, sino proactiva. Gracias a ello, los desempleados daneses disfrutan de una oferta de formación orientada al mercado de trabajo, a sectores económicos en crecimiento, donde las posibilidades de incorporación son más altas y las condiciones laborales mejores.
Este factor resulta de suma importancia en una economía que aspira a ser más productiva, a asentarse en actividades económicas de más valor añadido y competir globalmente. En Euskadi estamos en esta tesitura. El cambio de modelo puede seguir fraguándose en la forja del desempleo, y el cincel de las políticas activas de empleo puede dar forma, también, a ese futuro. De esta crisis saldremos, pero la clave está en que salgamos más y mejor preparados para afrontar los retos futuros. Esperemos que la nueva transferencia sea utilizada en esta dirección.